Estas fiestas de fin de año están llenas de burbujas repletas de deseos huecos e incluso hipócritas. Yo, sin embargo, quiero hacer uno sincero y apasionado. Brindo por los políticos y banqueros de nuestro país, brillantes hasta el máximo al desguazar en un tiempo récord la clase media para transformar la sociedad por completo. Por haber conseguido mano de obra barata, incluso gratuita, lo que nos hará mucho más competitivos. Por desmantelar también con una rapidez sorprendente el estado del bienestar, después de haberlo forjado durante tantas décadas de lucha. Por conseguir que se vuelva a cantar en las manifestaciones "el hijo del obrero a la universidad", lema perdido en nuestro país desde los años ochenta. Por eliminar la atención a la diversidad de la educación, que solo falta ya que todos tengan las mismas oportunidades y que todos sean atendidos según sus necesidades, a quién se le ocurre. Por dinamitar los pilares de nuestra sanidad pública para entregarla a sus amigos, que no van a ahorrar nada, pero se van a forrar y van a repartirles buenas comisiones. Por conseguir que mucha gente vea por fin que los dos partidos mayoritarios hacen la misma política económica, una política económica que es la auténtica madre del cordero, del cordero que se comen ellos solitos. Por empujar a los policias municipales de Madrid -gentes al servicio
de la ley- a repartir octavillas entre la población pidiendo perdón por
no detener a los políticos y a los banqueros de nuestro país.
Por engañar a las viejas para que no puedan recuperar su dinero, que luego se lo gastan en ir a Benidorm o en cualquier tontería, en el banco estará seguro hasta el año 3000. Por robar los pisos y arruinar a muchos miles de familias para el resto de su vida, no piensen que todo el mundo tiene derecho a una vivienda, ¡qué tontería!; os vendimos los créditos que nos dio la gana y os quitamos los pisos cuando nos apetece. Por hacer comprender a los españoles que un banquero no puede ser tu amigo, sino un depredador sin escrúpulos.
Por provocar la aparición del 15M y de los yayoflautas, esperanza e ilusión. Por conseguir que se movilicen jueces, abogados y médicos, gentes de orden y paz que nunca sospecharon que iban a tirarse a la calle, ¡bienvenidos! Por agudizar el ingenio de los españoles a la hora de protestar en las manifestaciones y poder reírnos con esas pancartas tan divertidas. Por estimular el espírito solidario de la gente y poder conmoverte con tanta generosidad, a los españoles no nos gana nadie a solidaridad, aquí se creó el Quijote.
Por eso y muchas razones más, yo brindo por nuestros políticos y banqueros para que recobren la conciencia perdida con el dinero y los privilegios, y se retuerzan hasta el paroxismo por remordimientos pavorosos durante el resto de su vida.