La diferencia entre un artista muy
bueno y un genio radica en que este último consigue aparentar que su
obra es sencilla, cuando nada hay más lejos de la realidad. Una de las
obras de arte que más me ha impresionado es la cerámica de Picasso que
pude disfrutar en su Casa Natal de Málaga, transformada en museo. Se conservan
pocos trazos de la vivienda original pero la muestra citada es
excepcional. Puede uno maravillarse al ver como de una vasija o de un plato puede
sacarse tanto rendimiento. Siempre he querido pedirle a uno de los
grandes cocineros que realice un plato sencillo y cotidiano, por ejemplo
unas lentejas. Veríamos cuántos nos sorprenderían para bien o
desfavorablemente.
Nuestras madres y abuelas siempre nos han hablado de las bondades de los útiles de cerámica y de la cocina de carbón para cocinar. A todo ello hemos ido renunciando por ese concepto cada día más abstracto denominado progreso. Inimaginable poner un cocido toda la mañana al fuego, ni atizar la cocina con leña. Todos tenemos prisa aunque no sepamos muy bien adónde vamos, ni para qué. Y las piezas de cerámica han sido sustituidas por otros materiales que aceleran la cocción y, además, no se rompen.
Pues Picasso consigue sacarle un jugo extraordinario a la cerámica. Parece imposible ver lo que él extrae de una jarra, de un plato. Dos líneas dan sentido a una representación y un trazo magistral abre paso a una figura humana. Era tal su habilidad que artesanos con cuarenta años de experiencia en este mundo le llamaban el hechicero, por su habilidad inaudita. La arcilla absorbe la pintura; la mano, por tanto, debe ser segura, pues no hay margen de error. Y Picasso, con el talento de un artista y la magia de un encantador, da vida a esos cacharros y los eleva a la enésima potencia del arte.
Nuestras madres y abuelas siempre nos han hablado de las bondades de los útiles de cerámica y de la cocina de carbón para cocinar. A todo ello hemos ido renunciando por ese concepto cada día más abstracto denominado progreso. Inimaginable poner un cocido toda la mañana al fuego, ni atizar la cocina con leña. Todos tenemos prisa aunque no sepamos muy bien adónde vamos, ni para qué. Y las piezas de cerámica han sido sustituidas por otros materiales que aceleran la cocción y, además, no se rompen.
Pues Picasso consigue sacarle un jugo extraordinario a la cerámica. Parece imposible ver lo que él extrae de una jarra, de un plato. Dos líneas dan sentido a una representación y un trazo magistral abre paso a una figura humana. Era tal su habilidad que artesanos con cuarenta años de experiencia en este mundo le llamaban el hechicero, por su habilidad inaudita. La arcilla absorbe la pintura; la mano, por tanto, debe ser segura, pues no hay margen de error. Y Picasso, con el talento de un artista y la magia de un encantador, da vida a esos cacharros y los eleva a la enésima potencia del arte.