La parte de los ángeles es una de las películas más divertidas que he visto desde hace mucho tiempo. Ken Loach sugiere y presenta, sin apuntar al dogma, temas de profundo calado social. Un grupo de jóvenes marginales cae en manos de uno de los personajes más interesantes del cine actual, un hombre que dirige obras con personas condenadas a trabajos sociales. Su vida no llama la atención de nadie, pasa de puntillas por el mundo pero tiene unos valores morales inquebrantables.
Toda esta historia se presenta ambientada en el mundo del whisky -la versión güisqui de la Real Academia Española me resulta ridícula-, un ambiente del que lo desconozco todo pero que he comprobado que tiene muchas similitudes con el del vino. Catas, olores, bodegas, pasión, placer, matices, sutilezas. Uno sale del cine con muchas reflexiones sobre la desigualdad de oportunidades, la injusticia social, la marginación y con un deseo de tomar una copa de este licor legendario, agua de vida en su origen gaélico y agua de fuego para los indígenas americanos, empujados al alcoholismo por la desmedida ambición occidental.
No desvelaré nada sobre el título de la película porque merece la pena descubrirlo ante la gran pantalla, lugar ideal para ver cine, aunque algunos hayan renunciado a ello con la excusa de ahorrarse unos durillos, dada la impunidad existente ante el pirateo. Y lo más incomprensible es que esta deserción masiva e inverosímil se está efectuando con auténtico entusiasmo.
Ken Loach le vuelve a pedir a George Fenton que se ocupe de su banda sonora con excelente resultado. No duda en introducir un tema de los escoceses The Proclaimers -I´m gonna be-, muy adecuado con el espíritu optimista de la película.
He podido verla en versión original y no sé cómo soportará el doblaje, me temo que mal pues es complicadillo. No se la pierdan bajo ningún concepto, es un peliculón.
No desvelaré nada sobre el título de la película porque merece la pena descubrirlo ante la gran pantalla, lugar ideal para ver cine, aunque algunos hayan renunciado a ello con la excusa de ahorrarse unos durillos, dada la impunidad existente ante el pirateo. Y lo más incomprensible es que esta deserción masiva e inverosímil se está efectuando con auténtico entusiasmo.
Ken Loach le vuelve a pedir a George Fenton que se ocupe de su banda sonora con excelente resultado. No duda en introducir un tema de los escoceses The Proclaimers -I´m gonna be-, muy adecuado con el espíritu optimista de la película.
He podido verla en versión original y no sé cómo soportará el doblaje, me temo que mal pues es complicadillo. No se la pierdan bajo ningún concepto, es un peliculón.