17 de noviembre de 2013

Menú en los Premios Príncipe de Asturias

   En la última entrega de los Premios Príncipe de Asturias se ofreció a todos los premiados y al séquito que acompaña al príncipe heredero, un menú típico asturiano: fabada, pitu de caleya -pollo de corral- y arroz con leche. La verdad es que la fabada ya es un primer y un segundo plato, una receta antigua ejemplo de la hoy tan moderna fusión en la cocina. El pollo sería en este caso un tercero, exagerada cantidad de comida para comensales tan descansados. El arroz constituye el postre honorífico, se prepara en Asturias de forma extraordinaria. Sería curioso ver la reacción de comensales de tantos lugares del mundo ante esta comida tan contundente.
   Y es que en estos premios no falta de nada, fanfarria y oropeles a tutiplén, todo sea con motivo de ensalzar la figura del futuro monarca en una sociedad dividida con respecto al modelo de la jefatura del estado. Mientras algunos siguen danzando alegres en la rueda de esta institución medieval, muchos empiezan a alzar la voz para intentar democratizar esta institución. Una buena parte de la población española se ha rasgado las vestiduras ante las corruptelas de la familia real, como si la historia permitiera estas sorpresas. Los Borbones tienen un currículum destacado en este tipo de fechorías a lo largo de la historia.
   Las televisiones ofrecen imágenes destacadas de la ceremonia pero es muy difícil encontrarlas de la manifestación, cada año más numerosa, que se celebra en la plaza anexa al Teatro Campoamor para protestar contra esta mascarada. Tampoco entrevistan a ninguno de los asistentes, será que no consideran interesantes sus opiniones, no vayamos a pensar que es una censura. No, de ninguna manera, estamos en una democracia y eso son asuntos del pasado.
   La mayoría de los premiados a lo largo de tantos años tienen muchos méritos en sus respectivas áreas pero la verdad es que resulta un poco difícil de comprender que, en un país asolado por la crisis en el que los enfermos  tendrán que pagar sus medicamentos en el hospitales, mientras se cierran centros de salud y se despide a profesores de forma masiva, es difícil de entender, escribía, que se le den 50.000 euros de premio a un tipo por jugar al golf. ¡Menos mal que no hay dinero! A mí me resulta incomprensible y muy difícil de digerir.