No sabemos si Velázquez era un entusiasta de los huevos fritos; yo, desde luego, sí. Hay muchas teorías sobre el significado de su óleo La vieja friendo huevos. Unos piensan que es una escena del Guzmán de Alfarache y otros opinan que es un bodegón tenebrista, típico en su obra de esa época. No sabemos cuál fue su motivación para pintarlo, ni falta que hace. Queremos saberlo todo sobre el arte y los artistas y acabaremos convirtiendo su estudio en una ciencia exacta, con lo que perderá toda su gracia porque dejaremos de interpretrar para simplemente diseccionar. Yo entiendo que, en este claroscuro, destaca sobre todo el plano del par de huevos fritos, por encima incluso de la vieja. Y probablemente sea porque es un plato que me encanta. La diferencia entre lo bueno y lo genial es que esto último es o parece sencillo. Y los huevos fritos aparentan simplicidad, incluso humildad, pero su complejidad de sabores y contrastes es enorme. Su estética es rotunda e impactante, podría ganar con facilidad un concurso de diseño vanguardista.
Diego Velázquez no tenía el problema de buscar huevos criados de forma natural, entonces no existían las granjas de animales hacinados con el fin de producir millones de pollos y huevos de plástico. Y es que ahora hay que producir más y más, mejorar los resultados del año anterior aunque sean estupendos. No importa. Si no seguimos creciendo, eso sí, a costa de perder nuestras raíces, será un fracaso. Crecer y crecer, siempre adelante. El caso es que hoy es complicado encontrar huevos producidos sin aceleraciones y con sabor, igual que nos ocurre con tantos otros productos. La productividad desorbitada enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría.
Recuerdo el desaparecido establecimiento Casa Pancho en Vidiago, Llanes. Sus embutidos y quesos eran estupendos, pero sus platos de huevos con jamón ahumado o chorizo y una ración generosa de auténticas patatas fritas son ya míticos y permanecerán para siempre en el recuerdo de los que pasamos alguna vez por allí. Los manjares modestos tienen una fuerza inaccesible para el producto sofisticado, nunca nos cansan y volvemos a ellos una y otra vez. Las posiblidades de este plato son infinitas; lo podemos acompañar de embutidos, vegetales -champiñones, guisantes, pimientos...-, arroz o patatas; añadir diferentes salsas -tomate, pisto...- y aderezar con pimentón, orégano o incluso tabasco. Y solos son una delicia ¡Que aproveche!
Y si alguien tiene alguna duda, que lea al maestro Alberti:
Y si alguien tiene alguna duda, que lea al maestro Alberti:
Y con los huevos, lo que más quisiera
tan buen jamón de tan carnal cochino:
las papas fritas, un manjar divino
que a los huevos les viene de primera.
tan buen jamón de tan carnal cochino:
las papas fritas, un manjar divino
que a los huevos les viene de primera.