28 de marzo de 2012

La conexión islandesa

Cuando dos islandeses se encuentran, lo primero que hacen es buscar a una persona que conozcan los dos.
   -¡Ah!, eres el vecino de mi primo  Halldór Björnsson.
Y ya se relajan y pueden tratar el asunto que tengan entre manos. Ellos lo llaman la conexión islandesa. El azar quiso que hablásemos con unos madrileños, Elisa y Javier, en el cráter de un volcán y, charlando charlando, acabáramos por descubrir que los padres de ella eran íntimos amigos de los padres de mi amigo Alejandro. Nos pusimos muy contentos porque nos sentíamos ya muy integrados en el país. Que los islandeses encuentren siempre algún conocido común resulta fácil, ya que solo son 320.000 habitantes. Pero que dos españoles, que viven a quinientos kilómetros de distancia, lo consigan, ya es más complicado.  No hay duda: ¡nos habíamos impregnado del espíritu islandés! Fue el comienzo de una hermosa amistad.
   Si los isleños suelen tener marcados sus rasgos, los islandeses, debido a su especial aislamiento, son más celosos que nadie con su cultura y la preservan y miman  con devoción. Nuestro guía Stefán se puso muy contento al saber que yo era un lector de Halldór Laxnes, Hallgrímur Helgason  y Arnaldur Indridason. Me preguntaba con gran interés sobre si los escritores islandeses estaban traducidos al español y si eran conocidos.
   -Oh, ya se han traducido tres novelas de Indridason, qué bien.
Lo que no le conté fue que Laxness me resultaba demasiado hermético. Pero, al volver de Islandia, lo volví a leer y me resultó apasionante; ahora entendía esas soledades y esa crudeza en una tierra dura como pocas. Cuidan lo suyo con esmero y entusiasmo. Y no podía ser menos con su gastronomía. El pescado es un tema sagrado en esta isla nórdica. Aparece grabado en sus monedas y es uno de los puntos de conflicto para formar parte de la Unión Europea. No están dispuestos en ningún caso a ceder la soberanía de sus aguas. Te cuentan que el bacalao lo refinamos mucho en nuestro país y que a ellos les gusta con un sabor más fuerte. La verdad es que está muy rico, igual que el resto de los pescados. Recuerdo haber comido un pez gato exquisito y una deliciosa trucha del Ártico, sin ningún parecido con las nuestras, por desgracia para nosotros. También están orgullosos de su cordero. La recogida anual de estos animales de los pastos es una fiesta nacional y hablan de ello y de su preparación en la cocina con satisfacción. Realmente es de gran calidad y su principal fuente de carne. El frailecillo es un pájaro simpático y con cara bonachona, parece un peluche. Cuentan que es un manjar único, cada día más idealizado porque solo se permite cazarlo uno o dos días al año para protegerlo de su extinción. No lo puedo imaginar como menú de nadie.
Los islandeses son los más lectores del mundo y dicen que hay casi tantos escritores como habitantes. ¿Será por eso que sientan en el banquillo de los acusados a los banqueros y a sus políticos, por haberlos metido en la crisis económica? ¡Qué envidia!



20 de marzo de 2012

Porrúa

   Comencemos por el principio. Porrúa. Un encantador pueblo de un concejo asturiano -Llanes- con más de treinta playas y multitud de rincones sorprendentes y mágicos. Como el lugar donde está instalado el Museo Etnográfico del Oriente de Asturias, en unos terrenos donados por una pareja de indianos. Preside la escena un gigantesco y centenario aguacate, ejemplar único y extraordinario.
  Aquí conservan las tradiciones como en pocos lugares del mundo. Sentado en la mesa de un restaurante local, El Pizá, nació la idea de escribir este blog, veremos si llega a alguna parte. Es un local con auténtico chigre asturiano en la planta baja, donde una chimenea de gruesos troncos  te da la bienvenida, mientras  los paisanos en la barra descansan de las faenas del campo.
   Subes a la primera planta y encuentras una sala sencilla y agradable. Puede ser el mejor restaurante del mundo, si tenemos en cuenta la relación calidad precio. Y es que hablamos de un menú del día de 8 euros. Sí, has leído bien, 8 euros. Y puedes probar la mejor comida casera que oses imaginar. Los callos y el hígado nos transportan a sabores perdidos en la niñez. La lasaña de carne es indescriptible, una delicia. El pollo guisado y los platos de cuchara los podría haber cocinado tu abuela o tu madre, si vivían en el campo o se procuraban materias primas criadas con mimo y sin las prisas de hoy. Pero también encontrarás unos espaguetis a la marinera o unos macarrones a la boloñesa con los que te chuparás los dedos y creerás que estás soñando. El lenguado al estilo inglés del Fish and chips, pero con patatas auténticas hechas en la sartén, refresca una cocina tradicional. La calidad es extraordinaria y el precio increíble. Puedes encontrar cualquier tipo de público, la buena cocina no entiende de estilos, ni de tribus.
   Y para bajar un poco la siempre copiosa comida, un paseo por el pueblo y luego  a una playa. Entre los cercanos Poo y Celorio encontraremos, después de un buen trecho caminando, la de San Martín, una sugerente cala con acceso peatonal. En Niembro hay un cementerio en una ría. Es un viaje al romanticismo decimonónico, igual que el Paseo de San Pedro, en Llanes, una alfombra extendida sobre un acantilado.



15 de marzo de 2012

Causas y pretextos

   Mis amigos siempre dicen que me encanta comer. Cuando salimos por ahí, no veo que nadie se salte una comida o que no la disfruten, pero insisten machaconamente una y otra vez en que yo me deleito como nadie sentado en la mesa. Y tan pesados son que igual tienen razón, ya me fastidia dársela, no creáis. Así que me he decidido a crear este blog sobre el arte de comer, título que no he podido poner porque ya estaba ocupado, qué pena. He optado por este otro, donde se refleja otra pasión muy cercana a la gastronomía: los viajes. Viajar nos permite conocer otras gentes y su cultura.   
   La cocina es una pieza fundamental para encajar y conocer esos lugares sin quedarnos en la superficie de un paseo absurdo. Y la gastronomía -palabra que no he puesto en el título por ampulosa; no hay que sacralizar, tan solo disfrutar- nos presenta un mundo muy enriquecedor, pues une el arte exquisito con la cultura popular, define al hombre y su medio. Y servirá de excusa para tratar cualquier tema con mis propias fotografías.
   La idea surgió en un restaurante de ese encantador pueblo llanisco y lo acompañé  del lugar más opuesto que conozco: la metrópoli por excelencia. Porrúa y Manhattan. Sencillo frente a sofisticado. Como los estilos de la cocina; podemos elaborar un plato sin apenas modificarlo o transformarlo hasta no poder reconocerlo. Tradicional, elaborada, fusión, de autor, dietética, mediterránea, vegetariana, oriental o macrobiótica. Para mí, aviso, solo hay dos tipos: la buena y la mala.


                     El blog zarpa con rumbo desconocido.