Había leído unas buenas críticas sobre la película The trip y fui a verla al cine, costumbre en desuso en una sociedad que no gasta siete euros en una entrada pero sí en una copa, por algo será. Soy aficionado a las películas subtituladas -sí, ya sé que soy un poco rarito, pero fuera de España es lo normal- porque nunca he entendido que le cambien la voz a un actor, igual que no comprendería que alguien colorease el Guernica de Picasso. Pero son pocas las salas que te lo ofrecen, así que hay que hacer a todo. Esta vez el absurdo llega a límites insospechados, nadie sería capaz de imaginar tal desatino. Una pareja de cómicos hacen un viaje gastronómico para escribir un reportaje para un diario. Se pasan la película haciendo imitaciones de actores conocidos y uno no sabe muy bien si están imitando a los originales o a los dobladores españoles de esos actores, ya que el despropósito continuo es de tal magnitud que incluso llegas a sospechar con bastante fundamento que te están tomando el pelo. Si añades que cantan un par de canciones con las voces originales, evidentemente distintas a las dobladas, acabas por ver claro que estás ante un asesinato cultural en primer grado y sin atenuantes de ningún tipo.
Puede que la película sea buena en versión original pero, desde luego, rodar una obra sobre un par de individuos que hacen una ruta culinaria para escribir unos artículos y no tienen ningún conocimiento sobre la materia y carecen por completo de emociones y entusiasmo ante nada de lo que comen, no parece un planteamiento muy interesante. Y para rematar no traducen el título. ¡Buf! Un viaje a ninguna parte.