Cuando murió Manuel Vázquez Montalbán, me acerqué a mi biblioteca para mirar sus libros como despedida. Me puse a hojearlos con y sin hache y comprobé un poco sorprendido que tenía y había leído 28 libros suyos. ¡Pues sí que hemos pasado tardes juntos! Dominaba, claro, la serie Carvalho, una historia literaria de la transición en clave negra y culinaria. Este personaje cínico nos ayudó a entendernos y a soportarnos mejor en el proceso político del paso de la dictadura a la democracia. El escepticismo era una postura defensiva en aquellos momentos complicados, que sigue siendo muy útil en estos tiempos turbulentos de retroceso democrático y de implantación del terror social. Al releer estas novelas, uno se da cuenta de que siguen siendo plenamente actuales porque los poderosos siguen gobernando desde el ministerio del dinero, como había entendido y reflejado Carvalho, digo Vázquez Montalbán, ya en aquella época.
Es posible que nadie haya escrito sobre cocinar y comer con tanta pasión. Aunque ha tenido muchos imitadores, solo él ha conseguido que la gastronomía sea la protagonista en una obra literaria. Otros escritores -y no cito a nadie, que está muy feo señalar con el dedo- intercalan comentarios que nunca se integran en la narración y que apenas deberían tener la categoría de notas a pie de página. La influencia de este escritor barcelonés es tan grande que muchos lectores realizan las recetas de sus libros. Por cierto; a mí me encanta la tortilla con un picadito fino de ajo y perejil, como la prepara Biscuter. La afición culinaria puede ser una forma de evasión o, quizá simplemente, una tendencia innata, influenciada por la cultura personal de cada uno. Pero nadie mejor que el propio escritor catalán para resolver estas dudas.
Es posible que nadie haya escrito sobre cocinar y comer con tanta pasión. Aunque ha tenido muchos imitadores, solo él ha conseguido que la gastronomía sea la protagonista en una obra literaria. Otros escritores -y no cito a nadie, que está muy feo señalar con el dedo- intercalan comentarios que nunca se integran en la narración y que apenas deberían tener la categoría de notas a pie de página. La influencia de este escritor barcelonés es tan grande que muchos lectores realizan las recetas de sus libros. Por cierto; a mí me encanta la tortilla con un picadito fino de ajo y perejil, como la prepara Biscuter. La afición culinaria puede ser una forma de evasión o, quizá simplemente, una tendencia innata, influenciada por la cultura personal de cada uno. Pero nadie mejor que el propio escritor catalán para resolver estas dudas.
"Frecuentemente los lectores de las novelas de la serie Carvalho me
interrogan sobre el porqué de la a veces desmedida afición a la cocina
del señor Carvalho. Yo suelo dar una respuesta inteligente, de la que me
responsabilizo, pero Carvalho jamás ha dicho nada relevante al
respecto. Yo suelo plantear la cocina como una metáfora de la cultura.
Comer significa matar y engullir a un ser que ha estado vivo, sea animal
o planta. Si devoramos directamente al animal muerto o a la lechuga
arrancada, se diría que somos unos salvajes. Ahora bien, si marinamos a
la bestia para cocinarla posteriormente con la ayuda de hierbas
aromáticas de Provenza y un vaso de vino rancio, entonces hemos
realizado una exquisita operación cultural, igualmente fundamentada en
la brutalidad y la muerte. Cocinar es una metáfora de la cultura y su
contenido hipócrita."
Cada día se echa más de menos a este intelectual insustituible.
Pues se me ha olvidado uno... |
Están los últimos en mi librería por el orden alfabético pero ya se sabe que los últimos serán los primeros. |