La historia de la humanidad es la crónica de unos pocos acaparando la comida de todos los demás. Y la acumulación no tiene límite, da igual lo que se tenga, siempre se quiere más, aunque nadie sepa qué van a hacer con tanto. La literatura ha narrado con brillantez las desigualdades a lo largo de los tiempos. La novela picaresca reflejó en el Siglo de Oro español que no todo era gloria y riqueza, sino que, como siempre, la mayoría de la población ni olía el esplendor imperial de nuestro país. El Lazarillo de Tormes cuenta las penurias como nadie, al igual que Quevedo en El Buscón. Viendo que con su nuevo amo tampoco iba a tener fácil procurarse sustento, Lázaro le comenta: “Señor, mozo soy que no me fatigo mucho por comer, bendito Dios”. Y le contesta su nuevo señor: "Virtud es
esa -dijo él- y por eso te querré yo más, porque el hartar es de los
puercos y el comer regladamente es de los hombres de bien”. Austeridad y resignación por parte de los más humildes, dos características que se repetirán a lo largo de los tiempos.
Pero igual que ahora, siempre había alguien que guardaba lo que no necesitaba. Rabelais narra las necesidades de Gargantúa, su apetito desmedido: “Se desayunaba con fritada de tripas, buenas parrilladas, buenos jamones, buenos asados. Comenzaba su almuerzo con una docena de jamones, algunas lenguas de buey ahumado, embuchados, morcillas, y otros auxiliares del vino por el estilo. Mientras tanto, cuatro de sus criados, uno tras otro, vertían en su boca sin interrupción la mostaza, a paletadas. Bebía luego un tremendo trago de vino blanco para solazarse los riñones sin dejar de comer hasta que sentía bien tirante la panza.
Pero igual que ahora, siempre había alguien que guardaba lo que no necesitaba. Rabelais narra las necesidades de Gargantúa, su apetito desmedido: “Se desayunaba con fritada de tripas, buenas parrilladas, buenos jamones, buenos asados. Comenzaba su almuerzo con una docena de jamones, algunas lenguas de buey ahumado, embuchados, morcillas, y otros auxiliares del vino por el estilo. Mientras tanto, cuatro de sus criados, uno tras otro, vertían en su boca sin interrupción la mostaza, a paletadas. Bebía luego un tremendo trago de vino blanco para solazarse los riñones sin dejar de comer hasta que sentía bien tirante la panza.
Porque Gargantúa en su desmesura se limpiaba los
dientes con una pata de cerdo y hasta llega a comerse seis peregrinos, aunque sin intención, ya que éstos estaban
escondidos entre unas lechugas en el huerto. Atemorizados, no se atreven
a avisar al gigante, el cual, después de lavar las lechugas, las lleva
al plato y allí las devora, junto con los peregrinos que entran enteros
en la boca y así serán expulsados cuando el gigante tosa y escupa a
causa del daño que uno de ellos le ha ocasionado en el nervio de una
muela, eso sí, sin querer".
Pues poco ha cambiado el mundo; la mayoría de la población pasa grandes apuros, igual que Lázaro, mientras algún ricachón insaciable paga impuestos en Irlanda y no en España para ahorrarse unos euros. Eso sí, a cambio de contemplar impasible cómo se desangra lentamente su país, podrá ascender algún puesto en la lista de los hombres más ricos del mundo. Y qué decir de ese banquero que tenía cuentas ocultas en Suiza, siempre hay que ahorrar algo en impuestos, que luego se lo gastan en ayudar a los parados o les da por construir escuelas y hospitales, a quién se le ocurre. Y nuestros políticos recortando y recortando en gasto social con una mano, mientras utilizan la otra para llenarse los bolsillos con dinero negro robado a los contribuyentes. Esto está lleno de Gargantúas devoradores y aniquiladores. Y la obligación de quienes tenemos conciencia social es luchar contra ellos, combatir por un mundo más justo. Porque el que calla..., otorga.
Pues poco ha cambiado el mundo; la mayoría de la población pasa grandes apuros, igual que Lázaro, mientras algún ricachón insaciable paga impuestos en Irlanda y no en España para ahorrarse unos euros. Eso sí, a cambio de contemplar impasible cómo se desangra lentamente su país, podrá ascender algún puesto en la lista de los hombres más ricos del mundo. Y qué decir de ese banquero que tenía cuentas ocultas en Suiza, siempre hay que ahorrar algo en impuestos, que luego se lo gastan en ayudar a los parados o les da por construir escuelas y hospitales, a quién se le ocurre. Y nuestros políticos recortando y recortando en gasto social con una mano, mientras utilizan la otra para llenarse los bolsillos con dinero negro robado a los contribuyentes. Esto está lleno de Gargantúas devoradores y aniquiladores. Y la obligación de quienes tenemos conciencia social es luchar contra ellos, combatir por un mundo más justo. Porque el que calla..., otorga.
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